Un
padre llega cansado del trabajo, al ver a su hijo, de unos doce años, quejarse de que no
había señal para navegar en internet decidió obsequiarle algo.
—Te daré un regalo muy especial.—Dijo el padre a su hijo.
—¿qué es?— pregunta emocionado el chiquillo. El padre abre una pequeña caja, era alargada y muy angosta; saca un lápiz.
—¿Me
darás un lápiz? ¿Qué tiene de especial un simple lápiz?— resopló el
pequeño. El padre sonríe, abraza a su hijo y luego responde:
—Tu crees
que es un simple lápiz, no le ves nada especial, pero él esconde muchos
secretos, y depende del uso que le des, este pequeño objeto puede hacer
arte; de él salen hermosos paisajes, retratos, cuentos, poesía,
historias y cartas de amor; es capaz de inmortalizar sentimientos y pensamientos, hacer
tangible el habla, pasar de siglos en siglos los conocimientos que tenga
el hombre sobre el universo. Aunque la tecnología haya avanzado tanto,
las personas prefieren una carta escrita a mano que un e-mail, aunque en
cualquier navegador es mucho más rápido conseguir información, los
pergaminos que contienen escrituras sabias plasmadas a mano siempre
tendrán más valor, los gráficos de una computadora nunca se podrán
comparar con la belleza de un dibujo hecho a grafito, ni las letras más
hermosas diseñadas en programas podrán ser competencia para una
delicada imprenta a lápiz y ni la sensación y sonido de un teclado, un bolígrafo o cuántas cosas existan para escribir se comparan con la del carbón de un lápiz que se funde en el roce sobre una hoja blanca... ¿Y sabes cuál es su mejor secreto aunque
casi nadie lo note?—Interrumpe el padre con una pregunta su explicación—
—¿cuál papá?— dice el niño con los ojos brillantes de curiosidad.
—El
hombre siempre ha pensado que el mayor descubrimiento que podría hacer
es inventar una máquina para devolver el tiempo, borrar y/o corregir
algunos errores, pero antes de que existiera cualquier aparato, sin
querer, ya había descubierto esta máquina que, a demás, podía hacerlo
desde el presente; y sí, es que el lápiz es una de las pocas cosas que
puede borrar un error que hayas cometido en el pasado y corregirlo en el
presente.—El niño mira con asombro y el padre prosigue:
—Él
hará lo que tu quieras, no tiene opciones limitadas como cualquier
programa o software, puedes afilar su punta a tu gusto y agarrarlo de
distintas formas para lograr distintos trazos, dependerá sólo de ti y tu
imaginación hacer que éste lápiz sea especial, hacer que cada desgaste,
hasta el último trocito de carbón elaborada en forma cilíndrica y muy fina en su interior realmente valga la pena y
cuando se acabe, guárdalo, hasta que algún día lo vuelvas a tomar y
aunque otros vean absurdo el hecho de guardar un "tonto lápiz", para ti no será sólo un simple lápiz, será el que fue tu compañero de
lágrimas en las noches de despecho que hacían fluir de él poesía pura, el único que pudo plasmar en una hoja lo que tenías en tu mente y
que no conseguías en ningún otro lado, él fue quien hizo que tus ideas
nacieran en algo tangible y se inmortalizaran, entre muchas otras cosas más...
A veces las cosas no son tan simples e insignificantes como todo el
mundo las ve, sólo basta observar desde otra perspectiva para darse cuenta
de lo grande que es. Un aparente insignificante objeto como lo es un
lápiz guarda grandes conocimientos, recuerdos, historias, amores y una
vida entera, con esto no quiero decir que la tecnología no sea
indispensable, sólo quiero que aprendas también de la belleza de algo
que, a simple vista, no parece tener nada especial.— Luego de esto su hijo lo abrazó, sonrió, tomó el lápiz y lo guardó como el tesoro más apreciado de su vida. A partir de ese entonces no volvió a ver las cosas de una manera tan simple.
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