lunes, 9 de septiembre de 2013

No tengas miedo a amar... (Para ti, mujer)


    Siempre existirá alguien que al entrelazar sus dedos con los tuyos provoca una leve explosión en tu estómago, una liberación de endorfinas por parte del hipotálamo que es el responsable de las sensaciones com.... ¡Ay carajo! —por cierto, también es responsable de que hables de más, de cosas que luego te lamentarás por lo absurdas que son Bueno, en fin, una explosión en tu estómago de... Mariposas en términos coloquiales, como decíamos, es un "Ése" al que no le costó nadita hacer un pequeño agujero en tu corazón para llenarlo completamente de él, te hace reír como una tarada con el simple hecho de escribir un hola... ¿¿¡¡¡HOLA!!!???, ¿qué gracia tan majestuosa esconde un "Hola"? Es obvio, todo lo que él diga te alegrará o te dará gracia; es tan fastidioso que se mete en tus pensamientos y se clava en todos, uno por uno con tinta indeleble, qué cruel es, ¿no? Y por si fuera poco, de ese don nadie terminas estúpidamente enamorada, te lo quieres come a besos y cuando lo abrazas, va, una especie de pegamento invisible hace que no puedas separarte de él; es un niño fastidioso, te hace llorar con una simple palabrita como "Adiós" y vuelve la maldita explosión en tu estómago cuando te muestra cuánto te quiere... Es aquí donde me detengo y pregunto:

   —¿Por qué tiene que existir esa persona que tenga el control sobre todos mis sentimientos?—. Esa persona que odias por controlarte sin siquiera mover un sólo dedo, y piensas: 

   —"¡Ush!, ¡Pero qué desgraciado!, ¿Cómo se atreve?"— Y luego recuerdas de nuevo que él no está haciéndote nada, y te resignas a que lo que sucede es que amas con locura a ése ser. Pero las preguntas siguen invadiendo tu cabeza, porque ahora que te has enamorado temes a otra cosa... A varias cosas de hecho, como lo es que te lastime, que te esté engañando, que se vaya con otra... ¡Ah, peor! Que esté contigo estando con otra, que eso da como resultado la suma de las tres preocupaciones anteriores, y tu cerebro te alerta:  

   —"Recuerda a fulano que te dejó por la señorita prótesis perfectas, también a sutano que lo único que quiso de ti fue tu virginidad, siempre te dije que te alejaras de ellos pero no me hiciste caso, prefieres llevarte las piedras por delante por escuchar al corazón, que sigue intentándolo a pesar de estar tan lastimado"—. Pero te das cuenta que de nuevo lo estás ignorando ya que le diste una oportunidad a ese hombre para intentarlo porque temes no encontrar a nadie que se fije en ti y piensas que el primer muerto que se te cruce es el digno a tan preciada persona como tu.

   Reaccionas y tratas de cerrarte, porque temes que vuelvan a lastimarte, hey, gran error, no lo hagas; deducir que si no te enamoras nadie te va a lastimar es como pensar que sin respirar vas a vivir, imposible. Cambia tu manera de ver las cosas, si te lastimó no vayas a llorarle un océano completo ni vayas a cortarte las venas como emo, (Sin ofender a las personas de esta corriente urbana), el mundo no se ha acabado, tal vez se llevó un pedacito de ti, un pedacito de tu inocencia, de tu amor, de tu confianza, que tal vez sea por eso que cada vez, confías menos, tardas más en poder amar a alguien y malinterpretas más los hechos, porque ese pedazo que completaba el cien por ciento que dabas ya no está. Pero no por eso te vas a morir, ¡Caray!, ¿Cuántos años tienes? De seguro no más de veinte, deja de pensar que no encontrarás al hombre de tu vida sólo porque no has tenido suerte hasta ahora, tal vez el problema no son los hombres, el problema eres tu, que dejas a los que de verdad darían la vida por ti como amigos y a los idiotas como candidatos para tu corazón, pero hey, siempre recuerda, si alguien te quiere, insistirá para que te des cuenta, no se esconderá en un estúpido anonimato o no tendrá el valor para decírtelo, sabrá que lo arriesga todo si te lo confiesa pero tampoco se rendirá si la respuesta es un "no" ya que los hombres sólo se enamoran una vez en sus vidas y aunque esa mujer los lastime mil veces, seguirán sin poder olvidarla, asi que de cualquier manera conseguirá que te enamores de él, y tu, chica, no seas tan pendeja, toda tu vida sin poner "pero" a otros hombres que te lastimaron demasiado y ahora es que vienes a hacerlo con alguien que podría bajarte el cielo, ¿ves que el problema eres tu?.

   El corazón siempre tendrá la razón, el cerebro sólo es la parte caprichosa de ti que piensa que tener miedo y no arriesgarse es estar a salvo cuando el corazón sabe que arriesgarlo a pesar de que el juego parece no estar a tu favor de todas maneras te dejará algo de qué aprender, la vida te enseña con golpes, no con libros y exámenes que tengas que aprobar, tampoco aprenderás cohibiéndote, ¿o a caso has conseguido manejar la bicicleta sin antes haberte caído unas mil veces? Si lo has conseguido sin caerte, felicidades, eres la primera persona en el mundo que nació aprendido. Nunca digas que ya has aprendido lo suficiente, por si no lo sabes, el ser humano no deja de aprender hasta el último segundo de su vida, sólo que todo lo vuelve tan cotidiano y rutinario que pierde la emoción y la capacidad de sorprenderse por las cosas, se te perdona porque aún eres adolescente y piensas que el presente ya es una eternidad y que cuatro o cinco males de amor son suficientes para una vida de 90 años promedio. Deja de cerrarte, deja de pensar en cuánto te lastimará este hombre al que le has dado una oportunidad, es más, piensa en todo lo feliz que puedes ser a su lado, imagina cada momento especial que podrás tener junto a él y si se va, no te llenes de rabia, llenate de alegría porque tuviste la oportunidad de vivir muchas cosas que otros no han tenido la suerte ni el tiempo de tenerlas, toma el fin de la relación y reflexiona... (sé lo dificil que es no pensar en el dolor en esos momentos, pero créeme, no es imposible... Te lo aconseja una persona que lo ha logrado). 

   El hombre que de verdad te quiera no se irá tan fáclmente, y si se llega a marchar se llevara consigo otro pedacito de tu amor, tu inocencia y tu confianza, pero a diferencia de otros, él también dejará esas cosas en ti, te llenarán, te harán cambiar y te darás cuenta de que al arriesgarte también puedes ganar, pueden separarse, pero cada quien tendrá dentro de si algo del otro, y cuando esto ocurra, Felicidades, encontraste a una persona que te merecía, una persona correcta, una persona que te hizo madurar...una persona que llegó hasta la última estación de su vida junto a ti. Él de verdad te amó cuando tu no lo hacías, te ama más de lo que imaginas y te amará siempre mientras permanezca ahí, en tus pensamientos (como lo hizo antes, clavándose en cada uno de ellos, con tinta indeleble). Recuerda, no tengas miedo, atrévete a amar, déjate enamorar, vive y descubrirás cosas hermosas que guardarás con recelo porque sabrás que esas mujeres que viven con miedo de ser lastimadas nunca lo descubrirán.

No todo es tan simple como parece.

  Un padre llega cansado del trabajo, al ver a su hijo, de unos doce años, quejarse de que no había señal para navegar en internet decidió obsequiarle algo.

—Te daré un regalo muy especial.—Dijo el padre a su hijo.
—¿qué es?— pregunta emocionado el chiquillo. El padre abre una pequeña caja, era alargada y muy angosta; saca un lápiz.
—¿Me darás un lápiz? ¿Qué tiene de especial un simple lápiz?— resopló el pequeño. El padre sonríe, abraza a su hijo y luego responde: 
—Tu crees que es un simple lápiz, no le ves nada especial, pero él esconde muchos secretos, y depende del uso que le des, este pequeño objeto puede hacer arte; de él salen hermosos paisajes, retratos, cuentos, poesía, historias y cartas de amor; es capaz de inmortalizar sentimientos y pensamientos, hacer tangible el habla, pasar de siglos en siglos los conocimientos que tenga el hombre sobre el universo. Aunque la tecnología haya avanzado tanto, las personas prefieren una carta escrita a mano que un e-mail, aunque en cualquier navegador es mucho más rápido conseguir información, los pergaminos que contienen escrituras sabias plasmadas a mano siempre tendrán más valor, los gráficos de una computadora nunca se podrán comparar con la belleza de un dibujo hecho a grafito, ni las letras más hermosas diseñadas en programas podrán ser competencia para una delicada imprenta a lápiz y ni la sensación y sonido de un teclado, un bolígrafo o cuántas cosas existan para escribir se comparan con la del carbón de un lápiz que se funde en el roce sobre una hoja blanca... ¿Y sabes cuál es su mejor secreto aunque casi nadie lo note?—Interrumpe el padre con una pregunta su explicación—
—¿cuál papá?— dice el niño con los ojos brillantes de curiosidad.
—El hombre siempre ha pensado que el mayor descubrimiento que podría hacer es inventar una máquina para devolver el tiempo, borrar y/o corregir algunos errores, pero antes de que existiera cualquier aparato, sin querer, ya había descubierto esta máquina que, a demás, podía hacerlo desde el presente; y sí, es que el lápiz es una de las pocas cosas que puede borrar un error que hayas cometido en el pasado y corregirlo en el presente.—El niño mira con asombro y el padre prosigue:
—Él hará lo que tu quieras, no tiene opciones limitadas como cualquier programa o software, puedes afilar su punta a tu gusto y agarrarlo de distintas formas para lograr distintos trazos, dependerá sólo de ti y tu imaginación hacer que éste lápiz sea especial, hacer que cada desgaste, hasta el último trocito de carbón elaborada en forma cilíndrica y muy fina en su interior realmente valga la pena y cuando se acabe, guárdalo, hasta que algún día lo vuelvas a tomar y aunque otros vean absurdo el hecho de guardar un "tonto lápiz", para ti no será sólo un simple lápiz, será el que fue tu compañero de lágrimas en las noches de despecho que hacían fluir de él poesía pura, el único que pudo plasmar en una hoja lo que tenías en tu mente y que no conseguías en ningún otro lado, él fue quien hizo que tus ideas nacieran en algo tangible y se inmortalizaran, entre muchas otras cosas más... A veces las cosas no son tan simples e insignificantes como todo el mundo las ve, sólo basta observar desde otra perspectiva para darse cuenta de lo grande que es. Un aparente insignificante objeto como lo es un lápiz guarda grandes conocimientos, recuerdos, historias, amores y una vida entera, con esto no quiero decir que la tecnología no sea indispensable, sólo quiero que aprendas también de la belleza de algo que, a simple vista, no parece tener nada especial.— Luego de esto su hijo lo abrazó, sonrió, tomó el lápiz y lo guardó como el tesoro más apreciado de su vida. A partir de ese entonces no volvió a ver las cosas de una manera tan simple.

sábado, 4 de mayo de 2013

Una huérfana llamada Ana.

   Hola, mi nombre es Ana y soy huérfana, no sé con exactitud que día nací, pero sé que un señor de apellido Morton me bautizó en 1694 con este nombre. Me gusta jugar a que soy una princesa ya que me alienta ver que son perfectas. A veces vivo con mis amigas ya que no tengo a dónde ir, lo hago si ellas me aceptan y la condición es que sólo puedo estar en su cuarto, ya que es el único lugar en donde podríamos tener tiempo a solas y privacidad para hablar. Odio los hospitales, suena irónico porque quien me bautizó es un médico, y precisamente por él, desde que me dió un nombre todos me alejan; muchas veces entré con amigas y al salir, luego de unos días, empezaban a alejarse de mi, los médicos y los padres me llamaban mala junta cuando yo solo quería lo mejor para ellas. Bueno soy poco social, pues exijo mucho al momento de ofrecer mi amistad, primero la conozco bien y luego determino si puede ser mi amiga ya que pasa lo siguiente, he aprendido a que no todas son fieles y por otra parte tiendo a ser muy realista cuando juego a ser princesa, y a varias no les agrada esto, pienso que no todas pueden ser dignas de llamarse así, si, princessa, ya que ninguna es tan perfecta como ellas, así que sólo lo jugaba con mis amigas de siempre, pero, por alguna razón, mi lado humanitario ha considerado en dejar que las gorditas participen, pues ellas también podrían llegar a ser princesas, ¿no? Igual, no todas logran serlo, en fin, les contaré una historia por la cual considero que no todas pueden llamarse amigas ya que no todas entienden el significado de perfección.


   Hace no mucho, conocí a una chica llamada Alejandra, era una chica de 16 años muy tímida que por su contextura gruesa no tenía muchos amigos y eso me pareció injusto, quise ayudarla. Empecé por aconsejarla sobre dietas -sabía una manera más fácil de bajar de peso pero no podía revelarle el secreto, ya que es algo muy íntimo-. Ella tomó mi consejo, empezó la dieta y los ejercicios, efectivamente, bajo de peso, no mucho pero si lo suficiente para verse "bien", y pronto se alejó de mi; aunque aún me parecía rellena, nunca le dije nada.
Al cabo de unos meses, ella me buscó y nos volvimos a encontrar, Alejandra había vuelto a engordar, esta vez estaba pesando el doble. Me confesó que dejó la dieta y los ejercicios porque se había estancado, ahora se sentía peor -Yo ya sabía que esto pasaría, pues al adelgazar probó el exquisito veneno de la atención social' y la consolé, luego nos hicimos una promesa: jamás volvernos a separar y ahora ser amigas de verdad, amigas hasta la muerte. Ella me lo prometió, sin entender el por qué de las últimas palabras. Luego de esto, le ofrecí jugar a las princesas porque ya la consideraba mi amiga y le expliqué que debía hacer todo lo que yo le pidiese ya que sólo así luciría perfecta, y digna de llamarse ¨princesa¨. Fui fuerte con ella, el primer paso ya no era hacer dieta, mi secreto comenzaba a revelarse, si quería verse de verdad perfecta debía dejar de comer, pues era la única manera de bajar rápidamente de peso, ella se excusaba diciendo que no sabía cómo ocultar la comida, yo le grité, le llamé cretina, le dije que podía esconderla en cualquier parte, dársela al perro, tirarla a la basura, colocarla debajo de la cama, como fuese, pero que no podía comer; ella obedeció, pero de vez en cuando vacilaba y se escondía a comer, pues no aguantaba su estómago vacío; yo sólo esperaba a que terminase de tragar y empezaba a insultarla diciéndole lo cerda que era, lo gorda que estaba, que daba asco, que nadie la quería, que así no era perfecta; ella lloraba y para consolarse empezó a vomitar, pero no lo hacía adecuadamente, así que le enseñé cómo: debía hacerlo a cierta hora de manera sincronizada, puntual y a diario, previamente a la comida debía tomar mucho líquido para facilitar el paso de la comida ingerida hacia el esófago sin que se lastimara mucho. Así pasó un mes, con mucho trabajo logré que bajara diez kilos, pero no eran suficientes, a penas se veía menos cerda que antes, evidentemente, lejos de la perfección, su madre empezó a preocuparse -Qué problema con estas viejas metiches- la quiso llevar al médico diciéndole que no la encontraba bien y que eso la alarmaba, pero esta vez fui más astuta, la anticipé diciéndole a Alejandra que no tenía ningún diseque desorden alimenticio, que sólo estaba trabajando muy duro para lucir como una princesa y que estaba dando resultados, que por ningún motivo aceptara ir al médico porque si no, volvería a ser gorda y asquerosa. La convencí a tal punto de hacerle creer que su madre era su enemiga y que no la comprendía. Alejandra empezó a desarrollar una conducta agresiva-defensiva.

   Mi nueva amiga seguía mis consejos al pie de la letra, se había hecho experta en esconder la comida, ya vomitaba sin tener que empujar sus dedos hasta el fondo de la garganta, se ejercitaba sin parar y se automutilaba las zonas que lucían excedidas de peso en su cuerpo que quería adelgazar. De vez en cuando, alguien le decía que ya estaba bien, pero yo la obligaba a ir al espejo a verse y le gritaba de nuevo que aún no estaba lista para ser princesa porque aún no era perfecta, que aún tenía gordura en su cuerpo y no escuchara las mentiras de los demás de tal manera que aprendió a verse gorda, y muchas veces, a falta de alimentos alucinaba frente al espejo con su cuerpo inicial, se iba a llorar y vomitaba. Alejandra empezó a aislarse.

    Su cabello empezó a caee, sus uñas a debilitarse, su esófago se había perforado y su anemia estaba al borde, pero antes de que pensara que era malo le dije que todo era parte del sacrificio para ser perfecta, que si le preocupaba verse mal, no importaba, ya que para eso existían extensiones o pelucas, unas postizas y maquillaje, su masa muscular se redujo a piel y huesos. Fue una de las amigas más fieles que tuve, pues estuvo a punto de alcanzar la perfección, ya se sentía perfecta y las costumbres que yo le enseñé quedaron, pasé de ser una amiga a ser su estilo de vida, para todo me consultaba y siempre se veía en el espejo se sentía gorda... Ya no vivíamos la una sin la otra.

   Una mañana se desmayó, producto de dos días consecutivos de ayuuna y cuatro horas de ejercitación forzosa sin parar. Al abrir los ojos se encontraba en el hospital, se horrorizó tal como yo le había enseñado, estaba convencida de que no tenía problemas de salud, que sólo eran sacrificios para ser perfecta, el médico reflejaba en su rostro profunda tristeza mientras miraba sus exámenes y su madre lloraba mientras yo permanecía ahí, a su lado, ella comenzó a llorar y me preguntó que por qué le pasaba todo esto, yo sólo callaba, y finalmente, con sus últimas fuerzas, me preguntó si ahora era hermosa, y yo la miré y le dije "Cariño, siempre fuiste hermosa, pero confundiste la belleza con perfección". Su respiración cesó y su corazón dejo de latir.

   Este es mi secreto, yo escojo como amigas a las chicas que pretenden ser perfectas, no hermosas, porque hermosas son todas las mujeres, pero ninguna es perfecta, y si alguna lo fuese físicamente, esta vida no tendría sentido.

   Mi nombre completo es Anorexia Nerviosa, pero cariñosamente me llaman Ana, si quieres ser perfecta,  te invito a jugar conmigo a ser una princesa, pero recuerda: debes hacer todo lo que yo te diga, negarte a ver al médico y seremos AMIGAS HASTA LA MUERTE.


martes, 26 de marzo de 2013

La Bella y la Bestia.

  Sentía que conocía a aquel hombre como si fuese hace siglos, de alguna manera lo aborrecía, una señorita de su clase no podría congeniar con tal animal con cara deforme; pero sus conversaciones célebres y temas extraordinarios pedían a gritos que se quedase, una parte de su alma susurraba en el silencio de su habitación que le extrañaba, mientras que el corazón ya lo había aceptado y el cerebro recordaba sus caprichos superficiales. En sus encuentros cortos, donde charlaban de filosofía, poco a poco se habían convertido en días y noches eternas, la amistad que hubo naciendo agregaba odio por su apariencia y, a la vez, empujaba el amor; su cara ya no le parecía deforme y, sin saberlo, la bella se había enamorado de aquella bestia. Ella empezó a recordar lo delicioso que era amar y aquellos temores a tal sentimiento que retumbaban con tanta acentuación ahora pasaban al olvido. 

   Llegaron varias veces a tumbarse en la cama, a mordisquearse los labios y a jugar con sus lunares, pero él nunca se atrevió a romper la intimidad. Por primera vez ella se sentía feliz, no le quedaba el amargo dolor como siempre, si no, más ansiedad a la espera de su reencuentro, euforia con cada minuto que pasaba. Él parecía diferente, un hombre tímido y decente, nunca hablaba de más, ni trataba de impresionarla con palabras o bienes materiales. Pero esto no era suficiente para ella, sentía que faltaba algo, una especie de eslabón para que todo fuese perfecto y sabía exactamente lo que era, su cara; Aquel rostro marcado con cicatrices surcadas de historias pasadas, historias que el ocultaba y no quería revelar. Su deformidad era más prominente con la luz del alba, pero eso no era obstáculo para amarlo, si, ya comenzaba a amarlo, con cada rincón más íntimo de su ser.

  En un anochecer, luego de varios meses entrelazando sentimientos y moldeando el corazón, ella por primera vez estuvo en su máximo pudor, él pudo contemplar en la oscuridad la sombra que producía la luz de la luna reflejada en su piel de marfil aquella silueta tan magnífica como la melodía de un soneto de Beethoven, sus manos temblorosas hicieron contacto con su piel y sintió vergüenza, ya que, sin darse cuenta, el también estaba desnudo, y su miembro viril pasó de ser pequeño a un animal inmenso, ella también miraba con una curiosidad tímida, pero ya no importaba, él se acercó lentamiente y la fue besando apasionadamente con un toque de dulzura, sus dedos exploraban sus senos firmes, bajando hasta sus glúteos y reposaban en su virginidad húmeda, lentamente se acostaron en la cama y seguían besándose, él hizo una pausa y bajo hacia su vientre, ella se resistió por unos segundos hasta que se dejo llevar por aquella sensación que producía su clítoris estimulado, era su primera vez, gemía y reía, se convencía de estar feliz de nuevo, y sin darse cuenta él volvía a estar encima de ella, frotando su miembro contra ella, y entonces, entró en pánico, pero él la tranquilizó y lentamente la penetró, aquello le asustaba y a la vez le gustaba, era una sensación inexplicable, afuera podría estar a tantos grados bajo cero y sin embargo sentía calor, sentía como el miembro de aquel hombre que la hizo mujer rozaba contra su pared vaginal, produciendo una especie de placer inexorable, pensó un poco en los temores que le comentaban sobre el dolor, pero aquel hombre se había entregado a ella dócilmente, ella le pedía más, había quedado hambrienta, suplicaba con aliento agitado que la penetrara con más rapidez, ambos jadeaban y pasó del placer al clímax y luego, su primer orgasmo, que hacía que su cuerpo temblara y retorciera de regocijo, recordaba otra vez que era feliz, había olvidado por completo todos sus temores sobre aquel sentimiento, pero, de pronto, se sintió ahogada, empezó a deseperarse y trataba de separarse del hombre, pero éste la presionaba con más fuerza, su frágil cuerpo no podía escapar de aquellos brazos tan fornidos y él, consumido por la excitación, no prestaba atención a ella que se asfixiaba. Sofía se sentía débil, muy pronto el sueño la abrazaba, pero aún resistía, sabía que si cerraba los ojos así como la luz de alguna estrella en el cielo que ha muerto hace años pero que su luz sigue viajando en el tiempo se iría junto con su respiración, soportó varios segundos más, pensando en cuánto se había equivocado, que la suerte o cupido nunca estuvo de su lado, pensó en aquel hombre, que seguía con su virilidad dentro de ella, lo detestaba por hacerle esto, por no escucharla, por haberle prometido tanto; se preguntaba por qué no reaccionaba a sus pataleos e intentos de zafarse, seguía pensando hasta que su cuerpo poco a poco dejó de moverse, sus latidos latidos se hicieron débiles y, en su ultimo aliento, la muerte se la llevo tan rápido como la luz del sol tocaba las primeras colinas anunciando el amanecer.

  Aquel hombre la había asfixiado con un alambre ajustado a su cuello, padecía desórdenes mentales que consistía en conseguir la excitación máxima mediante la muerte de sus víctimas, he ahí la razón de sus cicatrices, alguna chica en el pasado, así como Sofía habría muerto de una manera más terrible, con ácido sulfúrico quemándole el cuerpo y que, por un pequeño accidente salpicó unas gotas en su rostro.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Una Semilla

Aquellos dos sembraron una semilla, se habían prometido uno al otro que cuidarían de ella, la verían florecer y crecer con el pasar del tiempo, y así fue. Cada día que se encontraban, la semilla germinaba un poco más, había echado raíces con con sus risas, era predecible, aquel germen crecía prósperamente, al cabo de unas semanas, el primer brote apareció junto al primer beso, ellos se sentían muy felices, pues aquella semilla crecía cada vez más, es más, ya no era pequeña, era una especie extraña, la erguía la confianza y sus hojas profundizaban surcos de amistad, se llamaba amor y su aroma al florecer fue exquisito. Luego de algunos años la desconfianza decidió asechar aquellos terrenos secándolos por completo, amor agonizó viendo que la pareja discutía y sus hojas empezaron a marchitarse, pero luego uno de ellos se detuvo, pensó en aquella semilla que habían sembrado juntos, la abrazó y le pidió disculpas, pues toda aquella tontería estaba rompiendo su promesa, ese día llovió y el terreno humedeció, desconfianza se fue refunfuñando. Luego de esto, el odio pasaba por ahí, silbando mientras veía aquel terreno tan desierto, le satisfacía ver que ningún amor crecía por ahí, pero no duro mucho, pues divisó a lo lejos un pequeño esplandor que crecía cada vez más y decidió restaurar su bello paisaje sin ridículos debiluchos que lo arruinasen. Acercó espinas a la pequeña planta, esta trataba de escapar pero cada vez que se movía aquellos afilados aguijones lastimaban su pequeño cuerpo y en cada herida brotaban lágrimas, la pareja nuevamente había discutido, ella quería que se independizaran y se alejasen de la casa de su suegra, la señora ante el pánico a perder a su único hijo varón, manipulaba al hombre; el odio reía con regocijo, su plan estaba funcionando, pero el amor no había perdido todas sus esperanzas, su dulce aroma había debilitado las espinas. El hombre había entrado en razón y junto a la mujer decidieron independizarse, el odio no lo podía creer, casi siempre este plan funcionaba, se marchó también en descontento. Toda esta actividad la observaba alguien. Algunos años después amor ya no era una pequeña planta, era un hermoso roble frondoso, en él habitaban caricias, momentos, risas, besos y promesas cumplidas; ellos parecían felices y amor seguía manteniéndose en pie, pero de repente, de un año a otro, ambos empezaron a cansarse, el trabajo, las responsabilidades y las cuentas pendientes hacían que se les olvidara su promesa inicial, y el observador salió, con un hacha en la mano la clavó con fuerzas en el amor, éste se desesperó, no hallaba como escapar, los recuerdos se derrumbaban, los besos y las caricias se espantaban, amor trataba de llamar la atención pero la soledad en la cama del hombre era un mural para que éste fuese escuchado, aquel ser prosiguió con un segundo impacto, dejando al frondoso roble reducido a una astilla frágil, amor empezó a suplicar, no entendía por qué lo querían derrumbar, el había construido a aquella pareja que a la vez lo habían sembrado, le parecía injusto, mientras aquel peraonaje le echaba la culpa, le repetía que por él ellos sufrían, pero amor no comprendía, pensaba que les había dado a la pareja felicidad y siguió gritando hasta que aquel sujeto dio un último golpe y amor cayó, pensando en qué había hecho mal, en que todo lo que había construído fue una mentira, esos mismos pensamientos retumbaban en la cabeza de la mujer, que creyó que todo era por culpa del amor, ya los recuerdos se habian ido, los momentos murieron y las caricias y los besos quedaron aplastados bajo la soledad. Mientras amor moría lentamente desangrandose detristeza y nostalgia, el odio y la desconfianza se preguntaban por el nombre de aquel maestro que no demoro ni un instante en exterminar lo que a ellos les costó tanto tiempo, nadie sabía cómo se llamaba ni de donde venía, hasta que un viejo sabio con bastón llamado tiempo les dijo: "se llama rutina"