El mejor corazón.
Cierto día en un pueblo un joven se paró en una tarima y empezó a alardear: -"¡miren la perfección de mi corazón! No tiene ni un sólo rasguño ni herida, es el mejor corazón que puedan ver en sus vidas". Todas las personas se amontonaron por ver la perfección del corazón del joven con sus ojos llenos de admiración por tanta belleza, de repente, entre la multitud una débil voz exclamó: -"¿cómo puedes decir que tu corazón es más hermoso que el mío?". El joven con cierta desesperación empezó a buscar entre las personas la cara del responsable de ese "insulto" hacia su corazón y lo encontró, era un anciano, débil y apenas podía erguirse, el joven burló: -"¡JA! Y usted, ¿qué sabe de la belleza? Mire su corazón, destrozado y con huecos, las piezas no encajan perfectamente y con esas feas cicatrices, ¿cómo osa juzgar al mío cuando el suyo está peor?". Todos los presentes se quedaron en silencio esperando alguna justificación del anciano, que en calma, empanzó a explicar: - "Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo...Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."
Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa
persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los vacíos, dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez-
regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón.". El hombre sin palabras quedó perplejo, segundos después, lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, dejándolo tumbado ante el anciano que le suplicó: -"por favor toma este pedazo de mi corazón y acéptalo". El anciano le sonrió, lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior ya que aprendió a sacrificar y dar a los que se lo merecen una parte apreciada de su ser.
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