Sueles adquirir las costumbres y los gustos de la persona que piensas que amas... Para llevar algo de ella contigo, aunque no te corresponda te conformas y te llena saber que sus gestos y manera de ser pueden pertenecerte, las cosas que hace las puedes
imitar y termina convenciéndote que al parecerte más a ella se fijará en ti, o tienes esa extraña autosatisfacción por tener algo de ella contigo, aunque no sea "ella" en sí, y así es como te lastimas, te alejas de lo que eres para convertirte en su espejo, consolándote en una réplica barata que construíste en tu corazón, sólo porque una parte de ti necesita de ella... Pero sabes que es un estúpido capricho, porque la persona que de verdad necesitas no es la que te inspira a cambiarte, si no aquella que tiene cosas intocables, que son perfectas en ella y por supuesto también las tienes, sólo que no las comprendes en ti, pero de alguna manera las entiendes cuando estas con ella, es eso que te falta aprender pero con ella lo llenas completamente y sin ella sientes que ya no entiendes nada. No trates de moldearte en el mismo tazón con la esperanza de que sus esencias puedan entrelazarse... A la final sólo quedara una amarga nostalgia de algo que nunca tuviste y que, te perseguirá siempre porque decidiste cambiarte para ser como ella.
viernes, 28 de septiembre de 2012
jueves, 27 de septiembre de 2012
Una mañana...
Son las seis de la mañana, me despierto despeinada con tu camiseta puesta a prepararte el desayuno como de costumbre, tu te acercas a la cocina sigilosamente y me matas del susto agarrándome por detrás, me alzas y me empiezas a hacer cosquillas, sabes que odio eso pero de alguna manera lo amo de tí, pataleaando te digo entre risas que me sueltes pero haces como si no me escucharas... No ha comenzado el día y ya me haces reír, me bajas en el pasillo que dirige a nuestra habitación.. Vaya, que perfecto suena "NUESTRA habitación"; tus brazos quedan al rededor de mi cintura con las manos sujetando mi espalda, me sonríes y me das los buenos días, me miras como el primer día que nos conocimos, a difercia de que esa noche llevaba puesto un lindo escote y maquillaje, pero eso nunca te pareció más interesante que las curvas de mi sonrisa, me das un beso corto y me alzas de nuevo hasta nuestra pieza y me empujas a la cama, ya sabía a que venía esto, entre besos y risas desarreglamos un poco las sábanas, más de lo que ya estaban, de tantas peleas de almohadas y cosquillas, mi ventaja era que tu eres más sensible a las manos que yo, quedamos abrazados entre las almohadas y se me había olvidado el sartén, salí velozmente pero por suerte nada se quemó, mientras terminaba de colocar la mesa tu me mirabas desde el marco de la puerta y me repetías lo hermosa que era, yo sonrojándome te pedía que te fueras a duchar pero tu insistías que te acompañara hasta el baño para escucharte cantar, acepté dejando el desayuno en la mesa, mientras te duchabas yo leía la etiqueta de un champú y empezaste con un horrible canto: "... Once in you life you find someone who will turn your world around, bring you up when you feeling down...
", ¡POR EL AMOR A CRISTO! me iba a romper los tímpanos, pero estaba bien, cuando amas a alguien todo de esa persona te parece perfecto, hasta su terrible entonación melódica; terminaste de ducharte y yo salí del baño, otra vez me pediste que fuera contigo, ya comenzaba a estresarme porque era de las personas que no sabía mostrar afecto, pero a pesar de mi insípida manera de tratarte tu me amabas de esa manera, al llegar a donde estabas me encontré con tu conjunto para ir al trabajo y me pediste entre besos que escogiera una corbata para ti ya que te gustaba llevar una parte de mi durante el día porque eso hacía que te relajaras en las horas de oficina, fuí al armario y escogí mi favorita, una oscura con rayas, que no sabía el motivo pero me encantaba como se veía en ti, te vestiste y nos dirigimos a la cocina, yo aún con tu camisa puesta porque no me habías soltado en toda la mañana, mientras desayunábamos empezaste a lanzarme las hojuelas del cereal, ya era normal en ti ese instinto infantil, yo te devolvía con trocitos de pan tostado; te levantaste de la silla para agarrarme y yo salí corriendo, me perseguiste por toda la sala hasta que lograste tomarme de la cintura haciéndo que los dos nos tumbáramos en el sofá, y de nuevo empezamos a reír, me acariciabas y me dabas besos en la frente, volvimos a la mesa a terminar de desayunar, al acabar, antes de irte te acomodé la corbata, me hice experta en los nudos ya que tu nunca te la querías poner, siempre me pedías que lo hiciera yo, agarraste tu maleta y de nuevo me besaste despidiéndote con la seguridad de regresar para el almuerzo... Pero nunca regresaste, esa mañana por desgracia sufriste un accidente y la promesa de volver nunca se cumplió. Aún guardo tu corbata y la camisa que llevaba esa mañana.
", ¡POR EL AMOR A CRISTO! me iba a romper los tímpanos, pero estaba bien, cuando amas a alguien todo de esa persona te parece perfecto, hasta su terrible entonación melódica; terminaste de ducharte y yo salí del baño, otra vez me pediste que fuera contigo, ya comenzaba a estresarme porque era de las personas que no sabía mostrar afecto, pero a pesar de mi insípida manera de tratarte tu me amabas de esa manera, al llegar a donde estabas me encontré con tu conjunto para ir al trabajo y me pediste entre besos que escogiera una corbata para ti ya que te gustaba llevar una parte de mi durante el día porque eso hacía que te relajaras en las horas de oficina, fuí al armario y escogí mi favorita, una oscura con rayas, que no sabía el motivo pero me encantaba como se veía en ti, te vestiste y nos dirigimos a la cocina, yo aún con tu camisa puesta porque no me habías soltado en toda la mañana, mientras desayunábamos empezaste a lanzarme las hojuelas del cereal, ya era normal en ti ese instinto infantil, yo te devolvía con trocitos de pan tostado; te levantaste de la silla para agarrarme y yo salí corriendo, me perseguiste por toda la sala hasta que lograste tomarme de la cintura haciéndo que los dos nos tumbáramos en el sofá, y de nuevo empezamos a reír, me acariciabas y me dabas besos en la frente, volvimos a la mesa a terminar de desayunar, al acabar, antes de irte te acomodé la corbata, me hice experta en los nudos ya que tu nunca te la querías poner, siempre me pedías que lo hiciera yo, agarraste tu maleta y de nuevo me besaste despidiéndote con la seguridad de regresar para el almuerzo... Pero nunca regresaste, esa mañana por desgracia sufriste un accidente y la promesa de volver nunca se cumplió. Aún guardo tu corbata y la camisa que llevaba esa mañana.
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